Este ensayo fue escrito por mi hija Ana Katerina, espero lo disfruten como yo.
Querida Abuela:
Hoy más que nunca me acuerdo de ti, vi una foto tuya en uno de los álbumes viejos. Pensar que somos tan parecidas, pero al mismo tiempo tan diferentes. Me ha tocado vivir en otros tiempos, lo que me ha hecho cambiar para adaptarme a ellos, pero todas tus enseñanzas permanecen intactas. No te imaginas las huellas que has dejado, no son tan fáciles de borrar, sigues sonando en todas partes.
No quiero dejar pasar esta oportunidad para contarte un poco de mi. Estos años sin ti y sin mi mamá han sido duros, estoy intentando hacerlo como tú lo harías, porque, aunque quiero mucho a mi mamá, ella cometió muchos errores; y siento que yo los estoy arrastrando, te necesito, ojala estuvieras aquí. Estoy agotada de luchar sola siento que nadie me apoya, en Colombia no me respetan, recuerdo perfectamente cuando en 1941 a mi mamá le quitaron una parte de su ser, una parte de ti. Ahora entran y salen los que quieren: contrabando y migración, en esto ha terminado tu herencia. Perdón abuela.
Esto no termina aquí, no he logrado recuperar lo que fue tuyo y mi mamá no supo cuidar, tu querida Guayana. Cada vez veo más lejos tenerla de vuelta. No fue fácil para ella: intentó buscar ayuda, pero era una época difícil donde las guerras no le permitían cuidar todos los detalles. Pobre, siempre quiso que yo siguiera luchando, esa fue su batalla perdida. Todavía tengo un poco de esperanza, “zona en reclamación”, le dicen. Pero, ¿quién la reclama? ¿Acaso es una batalla silenciosa donde todos te dibujan con rayas? ¿Quién grita? Aquí me tienes abuela, con las ganas de luchar, pero estoy débil, te necesito. No es un simple capricho por recuperar lo que fue tuyo, tenía valor: el petróleo, los minerales, la belleza; todo lo que puede ser de ayuda para la sociedad y nadie lo supo ver. Ya ni siquiera te dibujan como eras, han borrado esa parte de ti. “Cuando atrasamos la cosecha, los frutos se pudren; pero cuando atrasamos los problemas, no paran de crecer” dijo un sabio alguna vez. Así podemos resumir este gran conflicto, cuando no pudimos aprovechar todo lo que Guayana nos pudo dar y un problema que parecía sencillo lo hemos dejado pasar por alto y ahora no le vemos solución.
Hablando de valor, no te imaginas todo lo que ha pasado con tus recursos, con todo lo que tenías y siguen mencionándote como la gran estrella que fuiste. Hipócritas.
En Brasil la minería ilegal no deja de crecer, contaminan tus bosques, nuestros grupos indígenas se ven afectados, se enferman, mueren. Está pasando como con el petróleo, parecía haber mucho, pero la cosecha que no se cuida se pudre; en este caso, la malgastan.
Pero no todo es tan malo como parece, mi gente sigue alegre a pesar de las dificultades, nuestros paisajes siguen siendo únicos, ojalá y en un futuro vengan más personas a verlos. Aunque estamos cansados, nos mantenemos de pie, con aires de esperanza, luchando por lo que alguna vez fuiste y pocos conocen. Cuanto te quiero abuela, mi pequeña Venecia. Te extraño y te recuerdo cada día con más cariño.
Te pido la más cariñosa bendición.
Tu nieta que tanto te admira,
La Venezuela del 2019
Escrito por: Ana Katerina D’Angelo
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