… y luego de luchar por casi tres meses, exactamente 86 días en la Unidad Neonatal de Cuidados Intensivos (UCI), Dios quiso llevarse a nuestra hija al cielo. La Bebé había nacido prematura un 7 de abril del 2012 con apenas 24 semanas de gestación (5 meses) y pesando tan solo 530 grs. Nuestra fe, la solidaridad de amigos, familiares y sus oraciones, nos dieron la fortaleza para llevar adelante esta pérdida. Sus hermanos decían que tenían a una hermanita ya en el cielo y que cuidaría de ellos siempre.
Era un poco más grande que la palma de mi mano y ni sus pulmones ni su cerebro habían madurado lo suficiente, por ende hubieron de conectarla a un respirador artificial 24/7. Allí lidiaban los médicos entre los niveles de oxígeno y dióxido de carbono, la alimentación y las posibles infecciones, que con un sistema inmune tan débil, serían un problema. A los 11 días de estar hospitalizada uno de sus pulmones colapsó, – Neumotórax es el término médico usado y ocurre cuando el aire escapa del pulmón y llena el espacio entre éste y la pared torácica- y hubo que efectuar una punción a fin de drenar y recuperar la función pulmonar, que milagrosamente ocurrió. Fueron muchas semanas en las que mi esposa y yo íbamos todos los días a verla mejorar y desmejorar en horas, minutos y hasta segundos. El crecimiento de un bebé fuera del vientre de su madre es tremendamente más lento y delicado, una incubadora no podrá jamás sustituir el útero materno, …jamás.
La sala de terapia intensiva contaba con equipos de última generación y un gran número de expertos disponibles siempre para atender a esos angelitos. El grupo estaba conformado por enfermeras, neonatólogos, intensivistas, pediatras y un diligente personal de limpieza que se esmeraba en mantener la asepsia vital y necesaria en el lugar. Esto sin contar con los medicamentos, insumos, análisis de laboratorio y un largo etcétera invertido. El protocolo de ingreso para las visitas era de sumo rigor, vestimenta especial para quirófano de pies a cabeza y posteriormente el aseo de manos hasta los codos, con un jabón especial antiséptico cuyo olor no olvidaremos jamás…
Mi esposa y yo padres de varios hijos, nos encontrábamos en la cocina y de pronto ella sintió como «romper fuente» y un líquido corría por su entre pierna… De inmediato nos fuimos a la clínica y fue hospitalizada. Estuvo 6 días bajo estricto cuidado y los médicos tratando de evitar que se perdiera más líquido amniótico, pero fue inútil, comenzó a tener contracciones y dio a luz de manera natural.
Sufrió lo que medicamente se llama Rotura Prematura de Membrana (RPM) y de acuerdo a todo lo que nos pudimos documentar posteriormente, esta RPM ocurre en el 17% de los partos y el peligro se incrementa lógicamente de acuerdo al mes de embarazo en que surgen.
Esta es una de esas historia de la vida duras, pero cuyas consecuencias pudieron ser peores y que solo los asesores de seguros y amigos, llegan a conocer en detalle. Este caso ocurrió en Caracas y su costo en el año 2012 fue de USD $122.301,34. Esta familia no tenía dicha cantidad de forma inmediata, solo disponían de su póliza de Hospitalización, Cirugía y Maternidad que afortunadamente pagó el 98,5% del caso y gracias a ello, se salvaron de un duro golpe a su patrimonio.
No hay ni habrá póliza que resarza el dolor de una pérdida, sin embargo, «El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras» William Shakespeare.
Por: Enzo D’Angelo, Corredor de Seguros y Fundador de www.compratupoliza.com
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